miércoles, 1 de junio de 2016

"DAR AMOR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO..."

Cuando uno ama, da sin esperar ninguna clase de beneficio, porque si así fuera, sería un intercambio económico. Cuando amo simplemente doy, si lo hago para que me den lo mismo, no es amor, porque estoy dando para recibir.

Pero cuando se da sin esperar nada a cambio, podría obtenerse satisfacción por el hecho de dar, entonces, ¿eso es amor?, ¿amaría a otros si ello produjera dolor? Muchas personas dicen amar a su prójimo y por eso hacen obras de caridad. Pero de alguna manera eso les hace sentir bien, lo cual podría ser una forma de recompensa.

Dar amor
Si la labor por realizar fuera abrumante y desgarradora, ¿la harían? ¿Realmente es así?, ¿dan sintiéndose afligidos? Quien dio la vida por su país, ¿realmente se sintió mal haciéndolo o tal vez le parecía que si lo hacía sus últimos segundos serían los más gloriosos de su existencia? ¿Lo hizo gracias al amor por la patria o a un condicionamiento que le haría sentir como cobarde si no lo hacía?.

Quien se queda sin comer para alimentar a su hijo, ¿lo hace por amor o por ser más doloroso ver al niño con hambre que pasar hambre él? ¿Ha hecho lo mismo por otros niños? Si no lo ha hecho, ¿será porque sólo con su hijo tiene un fuerte apego y lo siente como parte de él? ¿Busca el bienestar de su hijo porque de alguna manera lo percibe como un beneficio propio? Si así fuese, sigue siendo dar esperando algo a cambio.

¿Y lo que no conozco?, ¿Por qué no considerar valioso a quien no he conocido? Si alguien me propusiera escoger a quién dejo morir, entre mi hermano y un desconocido, ¿qué elegiría si realmente tuviera una pequeña noción del amor?

¿Por qué brindarle más valor a mi hermano? Yo lo considero más valioso, pero la familia de ese hombre no dirá lo mismo. ¿Vale más uno que otro como ser vivo?

Alguien podría responder; “lo valoras más porque te ha dado mucho y ese hombre no te ha dado nada”. Pero lo que él me ha dado, puede ser posible que ese hombre también se lo haya dado a su familia. Además, volvería a lo mismo; amar a quien me ha entregado algo, lo cual parece más un intercambio que amor.

Muchas personas al referirse a alguien que dicen amar, expresan: “¡claro que lo amo, si llevo muchos años de conocerle!”. ¿Quiere decir eso que están encariñados de los recuerdos, los cuales ya no existen, porque están en el pasado?

Si digo amar a un amigo al cual conozco desde hace diez años, se consideraría algo normal. Pero se vería de forma contraria si expreso lo mismo sobre quien conozco desde hace media hora. ¿Es necesario ubicar el amor en el tiempo? ¿El amor establece condiciones como la de llevar suficiente tiempo de conocerse? Y ¿cómo determinar cuánto es suficiente tiempo?

Sí puedo sentir amor hacia quien llevo mucho tiempo de conocer, pero no por quien conozco hace cinco minutos; ¿quiere decir eso que se ama más al hijo de diez años de edad, que al de cinco años y a éste más que al recién nacido, al cual no se puede querer porque se acaba de conocer?, ¿puedo amar a una persona acabando de conocerla?, ¿puedo amarla antes de conocerla?

¿Por qué amar más a mi hijo que a los demás niños? Eso parece implicar la canalización del sentimiento hacia mí mismo, ya que veo a esa persona como una extensión mía. Por tanto, estaría buscando un beneficio propio.

¿Podrá entenderse mejor el amor cuando no hay identificación, ya que se puede observar todo de la misma manera, sin condiciones, sin un interés personal de por medio? ¿Podría yo u otro ser vivo, aislarse de la totalidad, de “todo lo que es”?

No hay forma de alejarme, siempre seré parte de “todo lo que existe”. Si el universo se comprimiera quedaría concentrado en un solo objeto, si se volviera a expandir podría dar origen a nuevos elementos, pero todos parten del mismo origen, siguen siendo lo mismo con forma diferente, entonces ¿no soy lo mismo que todo a mi alrededor?, ¿acaso no tengo el mismo origen de cualquier cosa?

Si el “todo” es una unidad imposible de fragmentar, si nada se puede aislar de la totalidad porque siempre seguirá formando parte de “todo”, entonces ¿puedo fragmentar el amor? ¿Puedo dar amor a unos sí y a otros no?, ¿no sería eso como amar solamente a una de las ramas del árbol o sólo a una parte de mi cuerpo?

Si soy parte de los demás y éstos son parte de mí, ¿por qué amar sólo a algunos?

Si soy parte de todo el universo, el cual no es un montón de elementos independientes y aislados uno del otro, sino que es una totalidad, con formas diferentes, pero al fin y al cabo, una totalidad a la cual pertenezco, entonces ¿por qué amar sólo a una parte de ésta?

¿Hicimos los seres humanos esta fragmentación de la realidad, debido a nuestra conciencia de ser? Es decir, como creo tener pensamiento independiente siento no pertenecer a la totalidad de las cosas, y como no puedo percibir nada a través de los sentidos de otro, creo no tener absolutamente nada que ver con él.

¿Será a causa de un mal manejo de esa cosa llamada conciencia -la cual le fue brindada a esa parte de la totalidad denominada ser humano, durante ese período de tiempo llamado vida-, que pretendemos dividir el amor?

¿Se debe amar a ese todo?, ¿se puede ser indiferente con él, o sea, no amarlo?, ¿se puede odiar?, ¿es el amor el contrario de odio?

Si soy uno con el todo y digo no amarlo, entonces no me amo a mí mismo. Si digo amarme más que a los demás estoy en un error, porque ellos son parte de mí. Si me amo amaré al todo. Si amo al todo me amo a mí mismo. Si lo odio, me odio.

Si considero al amor como el contrario de odio, ¿estoy en lo cierto? Los seres humanos tendemos a odiar a quien nos haga daño, ¿qué sería lo contrario?, ¿amar a quien nos favorezca? ¿No estaría otra vez en la situación de antes, dando solamente a quien me da, buscando ganancias?

¿Sería más acertado decir que el odio es el contrario de apego? Me apego a lo placentero, odio lo doloroso. ¿Me estaría odiando a mí mismo con el hecho de odiar a otra parte del todo? Me parece que el amor no tiene punto contrario y no posee relación con el odio, más bien, es un estado que surge cuando se deja de hacer divisiones artificiales de la totalidad.

¿Sería ese el estado que al parecer han alcanzado los grandes maestros de la humanidad, sentirse uno con el universo, en armonía, amando a todas las cosas?

Autor: Mario Alonso Madrigal

Publicado por OELOZOYAH en 9:16

El arte de vivir

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