viernes, 24 de enero de 2014

"LA FELICIDAD PERFECTA"


No se desanime: la felicidad perfecta no existe


¿Que es la felicidad?







En una sociedad donde la sicología positiva es cada vez más potente, un neurocientífico dice que nuestros cerebros están hechos para mantenernos vivos, no felices.











El hombre no puede alcanzar la felicidad perfecta en la vida presente, aunque sí puede conseguir una felicidad imperfecta y relativa."
La felicidad no puede ser perfecta sino a condición de ser completa, llenando todos los deseos y aspiraciones posibles del hombre: es así que esto no puede verificarse en la vida presente, porque cualquiera que sea la suma del bien que se posee, lleva consigo, cuando menos, el temor de su pérdida en la muerte y con la muerte: luego repugna absolutamente que la felicidad del hombre sea perfecta en la vida presente.

No se desanime: la felicidad perfecta no existe

“Y VIVIERON felices para siempre”. La frase de cuento infantil, aunque muy antigua, resume perfectamente la principal búsqueda de los tiempos modernos. El objetivo -más allá de las circunstancias de cada quien- no ha cambiado. La Cenicienta, Blancanieves y la Bella Durmiente la buscaron en sus respectivos príncipes y ahora lo hacemos a través de la pareja (ya no príncipes ni princesas), del trabajo, del auto nuevo, de un viaje, de la casa en la playa. Es como si hubiéramos nacido para tratar de encontrarla. Es como nuestra obligación.

Ahora, qué pasaría si le dijeran que la realidad es muy distinta, y que no importa el empeño, porque hagamos lo que hagamos no estamos hechos para llegar a la felicidad plena, esa que -pensamos- debemos sentir cada minuto del día.
felicidad


Sócrates, sin las bases científicas, lo sabía: “El hombre no puede alcanzar la felicidad perfecta en la vida presente, aunque sí puede conseguir una felicidad imperfecta y relativa”, dijo hace siglos y está muy cerca de lo que se discute en la actualidad, en términos científicos.

La felicidad, tal como la entendemos hoy, es una construcción mental que nace de altas funciones cognitivas del cerebro, por lo que la neurología se ha encargado de dar un mejor conocimiento de ésta. Francisco Mora, doctor en Neurociencias de la Universidad de Oxford y autor del libro ¿Está nuestro cerebro diseñado para la felicidad?, afirma que el cerebro está diseñado, primordialmente, para la supervivencia. “La ley suprema del funcionamiento de este órgano es mantenernos vivos, no felices. Y eso implica, en esencia, lucha, dolor, desazón y sufrimiento”, dice.

Según explica a Tendencias, el diseño del cerebro hace que, primero, procesemos la información recibida de las áreas sensoriales (visión, audición, etc.), luego alcanza las áreas de asociación ubicadas en la corteza prefrontal y pasa al sistema límbico, que es el encargado de codificar nuestras emociones. Estas son las que nos hacen ver el mundo con un significado, placentero o doloroso. Al percibir con los sentidos y al pensar sobre lo que percibimos, siempre lo hacemos con ideas abstractas, como el bien o el mal. El sufrimiento es la fuerza que nos empuja a buscar la felicidad para liberarnos del dolor. Pero la felicidad no existe, es sólo una idea, dice Mora. Sólo existen parpadeos de esta sensación, que son los que podemos experimentar, de vez en vez.

La felicidad  ¿una máscara ?
En ese entendido, el sicólogo Wenceslao Unanue, de la Universidad de Sussex, Inglaterra, explica que en términos científicos, hay tres medidas estándar de felicidad. Primero, es la dimensión cognitiva que evalúa la satisfacción con la vida. La segunda es la dimensión emocional que se relaciona con estados de ánimo positivo y negativo. La tercera es la dimensión de darle sentido a mi vida. Pero, como afirma el neurocientífico Ed Diener, de la U. de Illions (EE.UU.), estar bien no significa que no haya sentimientos negativos, lo importante es que lo negativo no sea crónico. Diener concuerda con Mora, respecto de que no estamos construidos para la felicidad absoluta y continua. Sólo hemos evolucionado para ser moderadamente felices.

Además, la metáfora de la felicidad tiene su precio, como explica en una entrevista al diario español La Vanguardia la sicóloga Jenny Moix, de la U. Autónoma de Barcelona: “Vivimos presionados a vivir con una sonrisa en la cara todo el día. Eso es algo realmente agotador”. Solemos considerar algunas emociones, como la tristeza o el enfado, como negativas. Pero las emociones no son ni buenas ni malas. Simplemente nos indican algo que está pasando. Sólo se convierten en un problema cuando las emociones negativas se vuelven crónicas. De manera que, como seres complejos que somos, debemos simplemente aceptar esta complejidad y riqueza de las emociones que experimentamos. Y quizás de esta manera, aprender también a vivir con nuestras emociones “no felices”.

El arte de ser feliz

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