jueves, 23 de enero de 2014

"EL TIEMPO PASA"


Como pasa el tiempo tan rápido. 


El tiempo pasa
Silvio Rodríguez dice en una canción. El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, y el amor no lo reflejo como ayer, y en cada conversación, cada beso, cada abrazo, se impone siempre un pedazo de razón. vamos viviendo viendo las horas que van muriendo, también las discusiones se van perdiendo entre las razones a todo dices que si, a nada digo que no para poder consumir la terrible armonía que pone viejos los corazones.

Nada más cierto, es la vida, es la realidad. Las cosas se olvidan sin que te des cuenta. Detalles. Objetos que encuentras en el cajón de la mesa de noche y que miras con extraño pesar antes de tirarlos al tarro de basura, o que guardas y apilas en cajas de zapatos quién sabe por qué. Una envoltura de chocolate. Una hoja en blanco con pequeñas inscripciones que no llegas a entender. Una imagen que se ha ido para siempre. Sensaciones que te parece que existieron, entre alegrías desmedidas e inútiles tristezas. Sentimientos que ahora solo se piensan y que traen una especie de resignada nostalgia al sonreírte.

Como pasa el tiempo

Cómo cambian las personas. Más bien, cuánto cambian las personas. Cuántas de las que antes te buscaban pidiendo ayuda pasan ahora de largo sin siquiera saludarte, y cuántas otras te saludan con indiferencia. Cuántas se fueron de viaje y se despidieron de ti sin saber que se iban para toda la vida. De cuántas no te despediste porque pensaste verlas al día siguiente; porque creíste en segundas oportunidades. Cuántas oportunidades existen de vivir otra vez. Cuántas promesas quedaron ateridas en el tiempo (en otro tiempo que más bien parece otra vida). Estúpidos enojos y tontos resentimientos acumulados que solo te volvieron más desconfiado y hermético. Peleas sin razón y razones que han perdido fuerza para seguir peleando, pero que jamás podrán perdonarse. Toda esa mierda que te ahorca cuando te sientes triste. Cuando te sientes solo y las culpas y reproches te piden algo a cambio para poder dormir.

Nelson Mandela 
Cuánto has cambiado sin saberlo. Cuántas cosas tú mismo no te puedes perdonar. Cuántas frases guardas como si fueran verdades absolutas y cuántas de ellas de vez en cuando te saben a mentiras insípidas que condimentas con alcohol. Cuántos días y cuántas noches, y cuántos meses y cuántos años, y cuántos minutos sin tiempo y cuánto tiempo inconsciente. Y cuánto y cuándo y cómo y qué. Y por qué.


Cuántas conversaciones pendientes. Cuántas palabras que se traban en la luenga, en la punta de la lengua, y que solo sabes decir cuando sirven de poco o nada. Cuántos momentos en los que no son necesarias las palabras, inexpresivas y frías, que dicen las cosas a medias. Cuánto hastío y cuántas ganas de seguir. Y cuántos sueños que te fuerzas a soñar para contentar a otros. Cuánta impotencia de no poder ser. Cuántas ganas de a veces ser quien no eres, y cuánta calma cuando eres tú. Lágrimas y llanto, y llanto sin lágrimas, que duele mucho más.

Cuántos fantasmas que vienen a tu mente y que tratas de evitar, y cuántos quisieras que vengan de cuando en cuando a visitarte. Cuántos abrazos que no diste y cuántos besos. Cuántos pensamientos repetidos que no llegan a ningún término. Y cuántos términos imprevistos que te cogen de sorpresa y que nunca aceptas. Y que nunca aceptas. Y que nunca aceptas… Cómo pasa el tiempo.

El arte de vivir

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