martes, 7 de enero de 2014

"EL ARTE DE SER MUJER"

Reflexión de una mujer. (Muy interesante)



El arte de ser mujer y madre

En la actualidad, la mujer se enfrenta a una vida llena de actividades, roles y responsabilidades como  el trabajo, el estudio, la pareja, el hogar, las amistades, la estética,  los compromisos sociales y económicos.Todos estos aspectos corresponden al campo de acción de la persona, al hacer,  a la relación con el otro, con el mundo externo.    Al pasar del tiempo, la mujer  pierde el acceso al espacio interior, al mundo emocional  y espiritual  que ha tenido que quedar callado y oculto en medio de una vida tan agitada, que poco a poco lleva a un estado generalizado de insatisfacción y de estrés.

La mujer asume un rol determinante en la evolución de nuestra sociedad y en la formación de generaciones futuras, por lo cual es de gran importancia que sus decisiones y acciones estén orientadas positivamente.

El arte de ser mujer ofrece la posibilidad de explorar el  mundo interno y  redescubrir el potencial femenino inherente a cada mujer a través del arte, la danza, el juego, la meditación, la autoobservación y el liderazgo, apoyándolas a lograr un  equilibrio personal, profesional y espiritual.

-Reflexión de una mujer (MUY INTERESANTE)

Madre y mujer
Una vez al mes demostramos que somos mujeres y, sin percatarnos, sobrevivimos a los estragos de nuestra sexualidad. ¡Quién lo diría! Sangramos por unos cuantos días sin morirnos.
Lo irónico aquí es que el sangrado no nos molesta, sino todas las jugarretas que nos plantea nuestra mente. Una vez al mes soy completamente mujer sin haberlo pedido. Una vez al mes le doy gracias a Dios por ese maravilloso dolor, el cual me da la esperanza de ser madre algún día.
El día que me convertí en mujer lloré por varias razones. La primera, desperté de mis fantasías con Luis Fonsi entre manchas que sólo me hicieron pensar que moriría por culpa de un gallo que recién había cantado. La segunda, nadie mencionó que dolería y mucho menos que se repetiría cada mes. La tercera, nunca me preguntaron mi opinión sobre si quería ser mujer y tampoco me dijeron que duraría hasta que tuviese cuarenta y pico o cincuenta años. Sólo sabía que esta cruel historia se repitiría cada mes, haciendo que mi agenda recién adolescente se viera interrumpida por una semana convirtiéndome en la esclava de mi propio cuerpo.
A pesar de todo lo malo que experimenté ese día me sentí plena porque muchos dijeron que ya era mujer. Ese término sólo duró varios días pues luego pasé a ser “casi mujer”. Entonces siempre era
Orgullo de ser mujer
demasiado pequeña para hacer cosas divertidas, mas era demasiado grande para quejarme por ello. Al menos ya me he acostumbrado y no lloro cada vez que me baja, pues antes sufría pensando que las mejores partes de mi vida podrían verse empañadas por cólicos y sueños con toallas sanitarias.
Una vez al mes sufro de depresiones cortas y tontas, en las cuales soy siempre la culpable. Me transformo en una persona supersensible y hasta el más tonto de los detalles como no alcanzar a comerme una alcapurria me produce llanto. Desde los once años una vez al mes pienso que todo es culpa de Eva por haberse comido una triste manzana. Desde entonces mi vida gira en torno a un calendario, donde el suicidio de un óvulo me produce los cambios hormonales más grandes en mi


recuerdo.
 Y mientras mis hormonas “janguean” yo sólo quiero dormir, olvidarme de Eva y su pecado, de mi familia o hasta de lo que tenga que hacer por obligación. Una vez al mes lloro sin razón, hasta con el anuncio de detergente de lavar del viejecito que vive en Alaska y añora desde la distancia el tradicional chapuzón de la buena suerte.

El arte de vivir

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