Igualdad |
Todas las teorías políticas argumentadoras de bienestar para todo el mundo, han resultado un fiasco.
Los beneficios que se han obtenido con su aplicación, cuando se han logrado en cierta limitada medida, han llevado consigo un alto costo. El socialismo, el comunismo ¿no parecen ser buenas y nobles ideas? ¿Pero lo han sido?
Ni siquiera perduró con éxito en el modo de vida de los primeros cristianos, que compartían sus bienes y se esforzaban por llevar una vida virtuosa y conmiserativa, que se fue enturbiando con el lodo de las pasiones, el egoísmo y el divisionismo. Todavía en el Siglo I, el apóstol Pablo escribía tratando de fortalecer esas virtudes, promoviendo el respeto a las preferencias de otros, siempre que no fuesen malignas.
Duele la comprobación de la crueldad humana, hiere la realidad de aquello del comediógrafo romano Plauto (259-184 a.C) quien nos dejó la sentencia de que el hombre es lobo del hombre: Homo homini lupus. Y vemos la indiferencia de los poderosos ante el sufrimiento de los débiles, manifestándose incapaces, los primeros, de apiadarse del padecimiento de quienes carecen de todo, menos de angustias.
La igualdad no es posible, repito, pero sí es posible aminorar las desigualdades.
Sí es posible que los gobiernos del mundo se ocupen, en primer lugar, de lo que es primero: justicia, equidad, castigo verdadero y contundente a los desfalcadores de los recursos públicos, a los monstruosos negociantes de las drogas, que cada vez más incrementan los asesinatos, las torturas, la degradación de la especie humana.
Bajo una impunidad incalificable de las autoridades.
El arte de vivir
No hay comentarios:
Publicar un comentario