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Soledad |
Por orgullo dejamos de pensar en el otro y solo pensamos en nosotros mismos, dejamos de aclarar situaciones y desperdiciamos una cantidad de tiempo increíble. Y el dolor del otro? “Que se vaya a la basura…yo soy lo más importante”. Así es como pensamos. El enemigo número uno del orgullo es la humildad. Se necesita humildad para aceptar que nos equivocamos, o para perdonar si es que la ofensa fue real. OJO, perdonar no quiere decir que te sigas poniendo de modo para que te sigan lastimando (las mujeres golpeadas por los maridos, son expertas en “perdonar”, AQUÍ NO ESTAMOS HABLANDO DE LA ENFERMEDAD LLAMADA CODEPENDENCIA). Me refiero a soltar el resentimiento. Quien viaja ligero llega más lejos. La persona orgullosa no acepta la corrección, la siente como un ataque. Siente humillación al reconocer que se equivocó. Si la persona que “amas” es muy orgullosa, cuidado… discutir con él (ella) será como hablar con la pared. No vamos a cambiar a los otros. Si esa persona es la que no quiere hablarte, si su amistad te lastima, te ofende o te hace sentir mal, deja las cosas así, suéltala de tu corazón y pide por ella o por él, porque no está en tus manos cambiarlo (a).
Lo único que podemos cambiar es nuestra actitud. Si hay alguien por ahí sufriendo porque te ofendió sin darse cuenta, o la ofensa es más chica que tu amistad por él o ella, si esa persona te hacia reír, si esa persona te nutría emocionalmente y te hacía sentir mejor ser humano, deja el orgullo, llámale para saludarla, no permitas que la muerte te gane, habla, pregunta que paso, porque fue, da tus razones, pide perdón si es preciso, pero no te quedes callado (a). Te deseo salud y felicidad y recuerda que me encantaría conocer tu opinión. Mil Gracias.
El arte de vivir
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