lunes, 30 de noviembre de 2015

"ABRAZAR SIN PARAR"

Cuando estás muy triste y sientes que el mundo está en tu contra, el mejor remedio que puedes poner en práctica es abrazar. Esta pequeña acción no sólo mejora tu estado de ánimo, sino que te da la tranquilidad y energía que tanto necesitas.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Carolina del Norte, cuando abrazamos a alguien se elevan en la sangre los niveles de la hormona del amor llamada oxitocina.



Un abrazo
Esta sustancia no sólo combate la depresión, soledad, ansiedad y el estrés, sino que incrementa tu confianza, te hace más feliz, controla tu presión arterial y aleja las arrugas de tu cuerpo, al aumentar el nivel de oxígeno en la sangre.
Porque los abrazos son gratis. Porque los abrazos son una gran medicina. Porque los abrazos fortalecen el espíritu. Porque los abrazos son importantes. Porque los abrazos deben darse hoy y todos los días.
Porque los abrazos no son para un momento de alegría, sino para todos los momentos difíciles. Porque ayudan a los demás. Porque se sienten y animan. Porque cuando abrazas te abrazan.
Porque los abrazos reconcilian o aumentan el cariño. Porque los abrazos no se dan por rutina. Porque los abrazos aumentan la fe y hacen que los demás sonrían.
Cuando recorro los colegios y salones, cuando hablo con docentes y padres de familia, los invito a abrazarse. Es una manifestación sincera de amistad. Muchas veces, no hay qué hablar, sino abrazar. Con el abrazo se dice todo.
En ocasiones, cuando se va a un velorio, es mejor abrazar a la familia sin decir palabra alguna. Cuando se saluda a un amigo o a una amiga. Cuando se va a una fiesta. Cuando hay encuentros fugaces.
Cuando se habla con los hijos, estos siempre esperan un abrazo. Los hijos sienten mucho amor cuando sus padres los abrazan, los besan, los miman. Si ello ocurriera con más frecuencia en las familias, no habría tanta soledad en los jóvenes.
Los abrazos son especiales para aquellas personas que fácilmente se deprimen. Cuando alguien está llorando, es mejor no preguntarle qué le pasa, sino abrazarla. Esa persona se siente fuerte, se vuelve optimista y hasta puede decir: “Gracias, ¡lo necesitaba tanto!”. Muchas veces requerimos de un abrazo. Sin que nadie nos pregunte, lo sentimos y recibimos fuerza, cariño, amor.
Sé que muchas veces hay personas que no están enseñadas, porque nadie las abraza. Y recuerdo a los niños en un colegio, a quienes les pregunté por qué no lo hacían y me contestaron que no estaban enseñados. Que nadie les había dado un abrazo en su vida y que eso les parecía extraño.
Abrazar es una grandiosa medicina. Transfiere energía, y da a la persona que es abrazada un estímulo emocional. Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. Un abrazo puede cubrir una gran parte de la piel y da el masaje que necesitas. Es también, una forma de comunicarse. Puede decir las cosas para las que no tienes palabras. La cosa más buena acerca de un abrazo es que no puedes dar uno sin recibir uno.
Por eso, mi petición sincera, sencilla es que haya abrazos por doquiera. Que no se niegue un abrazo. Porque los abrazos son como vitaminas que producen energía y llenan el alma de amistad. Para todos, un gran abrazo.

El arte de vivir

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