Los días transcurren y tú sigues adelante, progresando en lo tuyo. Poco a poco, los esfuerzos comienzan a notarse. Y, de repente, llega el día en el que ese progreso es interrumpido por un imprevisto “tonto”.
¿Qué haces? Vives la interrupción. Cuando termina, la dejas ir y tú sigues hacia delante.
La gente cambia |
También lo haces en ocasiones más “felices”, como unas vacaciones, un éxito, un evento especial o una alegría inesperada. Disfrutas el momento mientras dura y, después, te concentras en lo siguiente.
La vida es cambio. Cada día se llena de sustancias variadas: agradables y desagradables; esperadas e inesperadas; intensas y anodinas… O una mezcla extraña de lo anterior.
Y ahí estás tú: resolviendo situaciones, disfrutando lo mejor, encarando lo peor; moviéndote de un momento al siguiente, que puede ser muy distinto al que dejas atrás.
No te estancas en lo malo que ocurrió. No te aferras a lo bueno que ya pasó. Viviste lo que surgió. Lo sufriste. Lo aprovechaste. Y ahora te dispones a vivir lo que el nuevo momento te pone en frente.
Que la experiencia de lo vivido te sirva de inspiración. Que lo aprendido te ayude a asimilar lo nuevo. Que lo pasado alimente tus fuerzas para luchar el día de hoy.
Porque la vida sigue… y tú con ella.
El arte de vivir
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