domingo, 3 de enero de 2016

"CRISIS DE LA MADUREZ"

Una de las primeras crisis de la edad madura es a menudo una crisis de desgaste, desánimo y desilusión, por la experiencia que vive el anciano al verse, de pronto, no aceptado, “abandonado”. Y
Crisis de la madurez
ello sin razón objetiva alguna, puesto que él se siente todavía como ser vigente y capaz de servir.
Esta es una crisis que se ve agudizada por las pérdidas que va viviendo el adulto mayor pérdida del trabajo donde se sentía útil, pérdida de los compañeros de labores más jóvenes a los que ya deja de frecuentar y pérdida de seres queridos y amigos que van muriendo.

Si estas pérdidas no se compensan por medio de un buen manejo del campo afectivo, emocional, intelectual (Inteligencia Emocional) no será nada raro que el anciano se sienta invadido de perjudiciales sentimientos negativos, que afectarán su autoestima, especialmente en las mujeres.
Desde siempre, el ser humano ha necesitado compañía y el afecto familiar esto contribuye de buena manera en nuestras vidas.  Lo que se espera, es que al llegar a la tercera edad, etapa de la vida en la que los ancianos en muchas ocasiones ven sus capacidades reducidas, es entonces cuando más se necesita el apoyo y afecto familiar o de las personas en las que hemos confiado.

Hoy en día vivimos en una sociedad dónde ya no se le da cabida a la familia, dónde el abuelo era el patriarca y la figura más importante, ya que era el encargado de transmitir la cultura familiar, compartía su sabiduría. En la sociedad actual no hay espacio para este tipo de familias; esta se ha reducido, al núcleo mínimo de padres e hijos.  Y los abuelos, quedan desplazados, desterrados, abandonados.

El arte de vivir

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