jueves, 23 de noviembre de 2017

"REFLEXIONES PERSONALES SOBRE LA ELEGANCIA"

“La elegancia del vestido, – la grande y verdadera,- está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas.” José Martí.
Para muchas personas, ser elegante es, simplemente, vestir bien, y aunque es verdad que la ropa dice mucho de nosotros, también es cierto que la elegancia personal no se limita a nuestro vestuario ni a nuestras joyas, alguien elegante lo es por sí mismo.
La elegancia 
La elegancia está en el buen gusto, en la delicadeza, y no en el costo de nuestras posesiones(Twittear esto Ahora)
Son elegantes las personas delicadas, las que saben escuchar, las que hablan con suavidad, las que agradecen todo gesto amable, las que tienen un don especial para hacernos sentir bien a su lado. Es elegante la mujer o el hombre que se muestra alegre, optimista y compasivo, que respeta la belleza que hay en todos, y la cuida en sí mismo y en los demás. Es elegante toda mujer que rezuma encanto sin esfuerzo, que al entrar en una habitación llama la atención, no porque así lo exige, sino por su carisma y su estilo personal.
La elegancia verdadera, la que trasciende sobre efímeras apariencias, nace y crece cuando la cultiva el alma. (Twittear esta frase)
Siempre he creído que quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien siente su belleza interior, no busca en el exterior belleza robada, su belleza interior derrama luz propia. Me encanta la gracia y la hermosura que brotan de la naturalidad y la bondad de una mujer.
La elegancia se encuentra cuando buscamos la belleza que emerge del fondo de las cosas y los seres. Concibo la elegancia como un modo de ser auténtico, y esto solo ocurre cuando hay armonía entre lo que uno parece y lo que realmente es. Nadie puede quejarse de infelicidad si pretende que lo admiren por las apariencias. El jarrón donde ponemos una orquídea, no será nunca más hermoso que la flor.
Mientras unos zapatos antiguos no son incompatibles con la elegancia, sí lo son algunos comportamientos, como el egoísmo y la grosería, que por cierto nada tienen que ver con el nivel económico. Cualidades como la gracia, la dignidad, la confianza, la determinación, la fortaleza interior, un corazón humilde y generoso, el respeto, la sabiduría, una brújula moral fuerte y la sensibilidad ante la belleza de todo cuanto nos rodea, distinguen a las mujeres y hombres verdaderamente elegantes.
Una persona elegante no se conforma nunca con la mediocridad, siempre está en la búsqueda constante de mejorarse a sí mismo en todos los aspectos: físico, mental y espiritual.
Alguien elegante se recompone de cualquier situación incómoda sin perder su integridad ni comprometer sus valores. La elegancia no precisa impresionar a los demás o corresponder a los malos modales. Una dama o un caballero nunca hacen que los demás se sientan inferiores, sino por el contrario es intuitivo y compasivo ante sus semejantes.
La elegancia emerge del interior de la persona en nuestra relación cotidiana con ella. Y lo más importante, una persona es elegante no por lo que posee, sino por lo que ella es. (Twittear esta frase)

El arte de vivir


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