Audrey Hepburn (1929- 1993). Actriz y humanitaria belga-británica.
REFLEXIÓN: En algún momento leí o escuche que en la medida que transitamos por la vida debemos verla más en línea recta, porque toda la sinuosidad, curvas y ángulos que le percibimos en la juventud y en la adultez, van desapareciendo con nuestra madurez y posterior vejez.
Envejecer |
Esa madurez, sentido y contenido de vida debe llevarnos a reconocer, en algún momento de nuestra existencia, que somos parte de una sociedad y que el compromiso no es solo con nosotros o con los de nuestro cercano entorno, sino en general con todos nuestros congéneres. El cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino, Facundo Cabral, expresaba: “Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas”.
El filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson decía que “Cuando envejecemos, la belleza se convierte en cualidad interior”. Aunque desgraciadamente no todo quien envejece crece internamente, no es algo garantizado en la vejez. Esas cualidades de nuestro interior se hacen realidad o se reflejan en nuestra ayuda y solidaridad hacia otras personas y causas, que quizá en el pasado – en épocas de juventud - no le dimos la debida importancia.
El prócer cubano José Martí consideraba que ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad. Ayudar a otros es vital para poder vivir y ser parte de una sociedad; consciente de ello, San Agustín decía “Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos”.
El arte de vivir
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