Que no te domestiquen |
son fábula religiosa sino que emanan de la propia existencia compartida. Por eso, no dejemos que nos domestiquen con leyes injustas y a medida, que coarten tu libertad, que te priven cada día de ser feliz y dar felicidad, de sonreír ante lo bueno de la vida y dar o recibir el empujón necesario cuando las cosas no van tan bien. De disfrutar de la igualdad de oportunidades en el trabajo, en la vivienda, en la sanidad, en la educación, en la justicia, en la seguridad y en lo que tienes que tributar. Porque el mundo nos pertenece y pertenecemos al mundo. Por eso no dejemos que con falacias, besos y sonrisas falsas nos domestiquen. Ayer y hoy, fuimos nosotros los que cambiamos el mundo para mejor. Y mañana lo podemos intentar de nuevo. No fueron ellos los que atrapados por la avaricia, el poder, la injusticia y la corrupción iniciaron el camino de la Humanidad. No, pero son ellos los que imponen la domesticación y las reglas de cómo hemos de vivir. De donde y como vivir. Los que configuran de cómo tiene que ser este hermoso Hogar. De expoliarlo y transformarlo para sus intereses avarientos sin importarles ponerlo en riesgo de caducar. Pero yo, tu, el, ella, nosotros/as, vosotros/as, aquellos/as queremos ser cómplices solidarios con el Planeta Azul. Compartir lo que nos da y darle lo que creamos. Y sabemos que es suficiente para todos/as, porque esta maravillosa Tierra y la propia Vida, todo lo hacen dentro de un espectacular orden y equilibrio. Y en su Plan, aprende de lo Viejo para sustituirlo de mejor manera por lo Nuevo para abrir nuevos horizontes de belleza y felicidad. Por eso y tan solo por eso, no nos dejemos domesticar.
El arte de vivir
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