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Pais |
Este es un país en el que la envidia es el sentimiento nacional, lo que verdaderamente nos une ya que no somos felices sin alguien a quien envidiar y al que tratar de hundir por ello, o desear en secreto su ruina. Somos un pueblo garrulo orgulloso de su garrulez, intelectualmente analfabeto, de nulo sentido crítico y pésima educación cívica; con intrínseca inclinación al escaqueo, inexistente facultad para responsabilizarse de sus decisiones y una desesperada necesidad de acaudillamiento.
Una persona necesita sentirse parte de algo, de un colectivo, por petardo y nefasto que resulte, ya sea deportivo, ideológico, político, social o identitario. Ello no tiene ninguna función más allá de convencer al interesado de que alguien comparte inquietudes con él. Basta con que lo parezca, no es necesario que sea verdad. En Este país nos autoconvencemos pronto de cosas que no son ciertas. La apariencia es suficiente porque no es algo que haya que trabajarse, de ahí que sea tan bienvenida. Una vez se forma parte de algún colectivo como los citados el español defiende los preceptoahí estipulados a capa y espada, negándose para ello a ver incluso lo que tiene delante de sus ojos. Forma parte de una causa, y por la causa uno lo entrega todo, la dignidad lo primero.
Solo nos consideramos triunfadores si nuestro triunfo se obtiene a costa del fracaso del vecino. Somos cainitas hasta la náusea. Tenemos un carácter incompatible con el progreso científico, tecnológico y humano; situamos la fe por encima del conocimiento y aplastamos a quien haga falta para no enfrentarnos a la falsedad de nuestras creencias. Somos una rémora para nuestros vecinos, un lastre del que más vale desprenderse. África comienza realmente en los Pirineos. Esto es lo que somos. ¿Excepciones? Las hay, pero no hacen sino confirmar la regla básica.
Somos un país de mierda. Y eso es lo que, en este momento, pienso que la mayoría de mis conciudadanos necesitan escuchar. Estamos al borde de un precipicio y las persona siguen mirando hacia otro lado, sin interés o con miedo, da lo mismo. Nos quieren devorar y nosotros mismos nos rociamos con la salsa de la indiferencia para tener un mejor sabor. Las personas precisan una terapia de choque: verse en el espejo y constatar que ellos han contribuido a defecar el inmenso truño que es este país.
Estamos abandonados a nuestra suerte. Nuestros dirigentes no buscan cumplir con el pueblo sino satisfacer intereses externos. La prensa ha abdicado de su labor de controlar al poder y se muestra como un apéndice del mismo. Las redes sociales aún no canalizan suficientemente el descontento como para hacerlo tangible y darle fortaleza. Muchos españoles se contentan con hacer retweet y clicar en "Me gusta", ese es todo su compromiso.
Este es un país mierda y entre todos hemos contribuido a que así sea. La pregunta es ¿vamos a permitir que siga siendo así o daremos de una vez el jodido puñetazo en la mesa?.
El arte de vivir
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