Un clavo saca otro clavo |
Es fácil reconocer que estás incursionando en esto de andar martillando clavos cuando a solo una semana de haber terminado con tu pareja, de repente te acabas de enamorar, “sin haberlo planeado”, de alguien más. Si esto no es suficiente, te darás cuenta cuando te encuentres explicándoles a todos, sobre todo a ti mismo, cómo te enamoraste otra vez tan rápido. Esta sin duda es la parte más difícil: explicar como una persona de más de 15 años puede volverse a enamorar en dos días.
Hay quienes dicen que un clavo sí saca a otro; no lo dudo. Algunos dicen que este tipo de amores se van de nuestras vidas tan rápido como llegaron, pero he escuchado historias de gente que se queda colgando de sus clavos por años y hasta llegan a construir relaciones serias y duraderas con ellos.
Esto podría significar un nuevo amor o tal vez la mejor de las conveniencias; quizá lo que pasó es que en el camino hacia un sueño te perdiste y encontraste uno mejor, o será que no quieres quitar ese otro clavo porque sabes que ahí seguirá estando el hueco que dejó el anterior.
Mas hay otro camino lejos de los clavos y martillos que remiendan tan bien los corazones: exhibir en nuestra piel los huecos y cicatrices de todas esas guerras de besos y despedidas de las que hemos logrado sobrevivir, ser soldados valientes que enfrenten el desamor como si enfrentaran la muerte, que cuando nos dejemos emboscar por un nuevo amor podamos ofrecerle algo más que la urgencia de un olvido.
Al final, algunos se enamorarán de quien más rápido pueda remendar su corazón, mientras que otros preferirán tomarse un tiempo y luego quedarse con alguien que los quiera con heridas incluidas. No importa qué remedio escojas para tu mal de amor, pero siempre ten presente que sí puede ser que un clavo saque otro clavo, pero, amigo, del martillazo solo tú te sobas.
El arte de vivir
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