Cuando un amigo le preguntó la razón, Sócrates le dijo: “Me encanta ir allí y descubrir sin cuántas cosas soy perfectamente feliz.”
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Sencillez |
En nuestras sociedades occidentales nadie sabe ya vivir con sencillez. Tenemos demasiados bienes materiales, demasiadas opciones, demasiadas tentaciones, demasiados deseos, demasiados alimentos.
Todo se malgasta, todo se destruye. Usamos cubiertos, bolígrafos, encendedores, máquinas fotográficas desechables... cuya fabricación contamina las aguas y
el aire y, por tanto, la naturaleza. Renunciemos desde boy mismo a ese despilfarro, o tendremos quo renunciar en un futuro no demasiado distante.
Hay que quitar cosas que estorban para poder ver nuevas perspectivas. Funciones esenciales como vestirse, comer y dormir, cobran entonces una dimensión distinta y mucho más profunda. No es la perfección lo que tratamos de alcanzar, sino un enriquecimiento vital. La opulencia no aporta ni gracia ni elegancia. Encarcela el alma y la destruye. En cambio la sencillez resuelve muchos problemas.
Deja de poseer demasiadas cosas:
Tendrás más tiempo para dedicar a tu cuerpo. Y una vez que te encuentres a gusto con tu cuerpo, podrás olvidarte de él y cultivar el espíritu, con lo que se accede a una existencia más llena de sentido, ¡Y serás más feliz!
La sencillez consiste en poseer poco, para abrir camino a lo esencial y a la quintaesencia de las cosas. Y además, la sencillez es bella porque esconde muchas maravillas.
El arte de vivir
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